Paz-Andrade habla a los gallegos de América
5/11/2012
Durante a audición conmemorativa do "Día de Galicia"
Radio El Mundo, Bos Aires, 1957
Un importante acto de propaganda plebiscitaria radiada se celebró en la noche del sábado último, en Madrid.
Ante el micrófono de la emisora “La Voz de España” E.A.Q., pronunció una sugestiva conferencia Valentín Paz-Andrade, vigoroso animador del movimiento autonomista gallego desde sus primeros tiempos.
Las emisiones de E.A.Q., una de las estaciones más potentes de Europa, son recogidas en todos los países de América, calculándose en más de diez millones de personas el auditorio habitural de aquéllas. Su prestigio en el mundo americano es excepcional, toda vez que hablan frecuentemente en el estudio de E.A.Q. Las fuguras intelectuales más eminentes de España.
Paz-Andrade en quince minutos de conferencia, desenvolvió el problema autonomista gallego, en periodos sintéticos e intensos, en lengua gallega.
Comenzó con una alusión a la constelación de nacionalidades célticas, en la que una nueva estrella va a encenderse, recordando la gesta de Ith, nieto de Breogán, que salió de Galicia a poblar Irlanda y fué el primer gallego que extendió el genio celta por el mundo.
Definio la autonomía, restauración de la fisionomía natural de un pueblo, que viene a poner de acuerdo la ley con la Naturaleza, hacendo que Galicia sea politicamente lo que es nativamente, nacionalmente.
Galicia era mero apéndice de una máquina estatal. Vivía en anonimato moral, entregada al mimetismo de culturas extrañas, sin descubrir de la propia la vena fecunda y soterrada. Era madre, pero solo materialmente; daba hijos para una tierra avara y rutinaria o los lanzaba por el mundo con solo el equipaje azul de la morriña.
Habla de la cooficialidad de los idiomas. El gallego dejará de ser “fala brava de xente zafia”, para ser instrumento de una cultura nueva, verbo unificado de las tierras fecundadad por el espíritu de Portugal y del Brasil. El castellano conservará su posición actual; no se trata de entablar una lucha de lenguas, sino de dar al gallego dos intrumentos de expresión que le abran los horizontes más afines en las dos grandes riberas del mundo.
El Estatuto no levanta fronteras económicas; trata de rehabilitar las fuentes de riqueza y trabajo. Desenvuelve este aspecto, y pasa el de la organización burocrática de la autonomía, demostración apta, directa y fiscalizable.
Se va a remodelar la vida de Galicia, faena que es preciso acometer con un gran sentido de integración. Una Galicia autónoma no puede vivir disgregada, con muchos de sus hombres mejores trasferidos a otros países, o cultivando disciplinas insolidarias.
En torno a esta idea de la unificación gallega, trazó el notable escritor certeras excitaciones, terminando con un vibrante llamamiento a los emigrados de Galicia en el mundo americano, para que expresen su fervor autonomista en esta hora enviando mensajes al Comité Central de la Autonomía o a los diarios gallegos, a fin de sentir unidos la emoción de esta hora gloriosa para todos.
La conferencia de tan querido amigo nuestro habrá producido, sin duda, una inolvidable impresión en la colonias gallegas de América.
El Pueblo Gallego, 16 de xuño de 1936