La problemática del gallego. Galicia como tarea
21/09/2012
Esta é unha idea constante en Paz-Andrade, que formula neste libro pero que seguirá mantendo nos seus textos posteriores, incluídos aqueles que teñen unha fasquía claramente económica como será La marginación de Galicia (1970), no que tamén se inclúe un capítulo sobre a “marxinación” da lingua e unha apelación á súa dimensión “transcontinental”. O mesmo acontece en Galicia como tarea, onde se reflicte sobre o “destino histórico” truncado da lingua galega na súa evolución histórica, que había de ser “hacia el sur y sobre el mar” e que ficou escindida, máis que frustrada, pola afirmación do reino de Portugal e a súa expansión ultramaria. A novidade de posición lingüística de Paz-Andrade é que non renuncia ao valor da lingua galega e á súa propia peculiaridade no conxunto do sistema político portugués, pero non a reducía unicamente ao territoro galego. Sendo como era unha lingua “non vernácula” -de acordo coa definición da UNESCO apuntada polo autor, segundo a que non se lle atribúe tal característica á fala popular dun país que é lingua oficial doutro-, o idioma galego forma parte dun conxunto que “se extiende a cuatro continentes”, sendo o seu principal valor a capacidade de comunicación con millóns de persoas (“setenta millones”, naquela altura). A lingua, máis que para “ser” -posición sostida rexamente por Ramón Piñeiro coa súa interpretación herderiana do idioma- debía ser entendida para “facer”, como un tesouro que alargaba mundialmente o “mapa do idioma de Rosalía e de Camoens”
Ramón Villares Paz
LA ENSEÑANZA EN LA LENGUA NO MATERNA
La segunda aurora cultural sobre el horizonte originario, despuntó en el ocaso del Romanticismo. “Sin éste no se explica la resurrección, después de varios siglos de entierro literario, del gallego como instrumento artístico”. (Varela).
Cuando los Precursores comenzaron de nuevo a rotular el erial, acudieron a los labios del pueblo. “Porque la lengua -como escribió Ortega y Gasset-, que es siempre y últimamente la lengua materna, no se aprende en gramáticas y diccionarios, sino en el decir de la gente”.
Algunos, ni siquiera la utilizaron en sus escritos. Otros, la emplearon a medias. No porque el complejo de inferioridad operase sobre aquella vanguardia gloriosa. Lo que podría operar era el temor a la imperfección literaria por falta de familiarización con el instrumento degradado, así como la necesidad de procurar a las ideas restauradoras un mayor círculo de lectores.
El problema hacia abajo, adquirió distinta morfología. Adoptó los caracteres de un conflicto entre la lengua materna y la lengua oficial, en la enseñanza primaria. El niño, para librarse del analfabetismo, se vió forzado a una doble lucha simultánea: la de apreder a leer y aprender una lengua distinta a la materna. Y no en el “decir de la gente”, sino en el del maestro. Muchas veces, cuando éste procedía de otra región, sus contactos primeros con los alumnos eran de recíproca y total incomprensión.
Esta situación puede haberse atenuado, pero no ha desaparecido. Entre la población rural y marinera, que representan dos tercios de toda la de Galicia, el conflicto subsiste. Y tiene la mayor trascendencia en orden a la eficiencia de la iniciacion cultural. Aún hay en Galicia analfabetos. La proporción no es muy elevada, pero excede del 13 por ciento en tres provincias. En la de Lugo se aproxima al 12, como la estadística muestra
PROPORCIÓN DE HABITANTES SIN INSTRUCCIÓN, EN GALICIA
Provincias Alfabetos Analfabetos % habitantes
Coruña 690.418 13,02%
Lugo 388.445 11,87%
Orense 350.305 13,22%
Pontevedra 485.995 13,44%
Fuente: I.N.E. Censo de 1950
Nadie discute hoy que “la lengua materna constituye el medio ideal para enseñar a un niño”. Pero como este elemental principio, tanto pedagógico como biológico, en relación a Galicia se mantiene postergado, no sobrará una breve justificación.
En un reciente estudio de la Unesco, se afronta el problema desde diversos ángulos. Cuando utiliza el psicológico, dice que la lengua materna es el “sistema de signos que funciona de manera automática en la mente del niño para permitirle expresarse y comprender”. Cuando utiliza el educativo, que “el niño aprende más rápidamente empleando esa lengua que mediante otra con la que no está familiarizado”. “El niño –escribe Vendryes- sólo da lo que recibe; opera sobre los elementos que recoge a su alrededor; con ellos combina sus palabras y sus frases. Cumple un trabajo de imitación, no de creación”.
También Ortega afirma que el empleo de una lengua por los individuos “es predominantemente irracional”. Esta aserción es válida respecto a la lengua que se aprende, no a la que se estudia; a la propia, no a la adquirida. En la primera de ambas funciones actúan los reflejos condicionados:
“Los niños aprenden una lengua por un proceso constante de pruebas y errores, pero muy pronto la lengua materna se convierte en un hábito adquirido y la posición de sus órganos de fonación para producir el fonema adecuado, como igualmente la disposicón de todos los elementos lingüísticos, adquieren automatismo.”
Bergson, en otras palabras, registró la misma reacción de la mente humana:
“El mecanismo de nuestro intelecto -escribe-, está contruído específicamente de manera tal que aisle nuestra aprehensión de la naturaleza física, en una forma que nos capacita para actuar sobre ella.”
En este fenómeno íntimo se engendra la predisposición del niño al aprendizaje del idioma maternal. Esta facilidad natural se pierde cuando la enseñanza es administrada en otra lengua, aunque sea afín.Y, al mismo tiempo, se producen las resistencias inevitables de la adaptación al sistema verbal extraño.
CONDICIÓN NO VERNACULAR DEL GALLEGO
Aún se pueden encontrar gallegos que rebajen irresponsablemente a dialecto la jerarquía de su idioma nativo. Para los irresponsables no escribimos ahora. Pero entre los responsables, tal vez ninguno rehusará calificarlo como lengua vernácula. Basta esta consideración para revelar hasta qué punto se ha subestimado la razón fundamental que justifica la supervivencia y valorización del idioma gallego.
Para mí, esta razón no es otra que la de ser un instrumento eficaz que permite comunicarse y entenderse, actualmente, con más de setenta millones de hombres. Sólo cuatro idiomas más, entre tantos como se hablan en el mundo, disfrutan de una expansión semejante. Frente a esta realidad, que el mismo idioma se module con distinto acento y hasta que un cierto número de palabras y giros se pronuncien o construyan de manera diferente en Galicia, Portugal y Brasil, tiene una importancia secundaria. Nunca podrá explicar satisfactoriamente la desconexión práctica entre la rama galaica y la lusa, del idioma común. Y mucho menos, la orientación del problema, cerrando sus perspectivas dentro del marco regional y el concepto vernacular del idioma.
También la Unesco, en una reciente reunión de especialistas, ha establecido la definición en vigor de la “lengua vernácula”:
“Es la lengua materna de un grupo dominado social o políticamente por otro que habla una lengua diferente. No consideramos vernácula la lengua de una minoría de un país cuando es la lengua oficial de otro pais.”
Toda posición que suponga desconocimiento de la unidad estructural, deben en este caso repuntarse falsa. Autoridad tan indiscutida como Menéndez Pelayo sostiene: “No sólo son idénticas en su esencia las lenguas gallega y portuguesa, sino que las formas arcaicas y populares... han de calificarse de verdaderos galleguismos”.
Por tanto, no puede parecer razonable cualquier tendencia que reduzca el problema a la rehabilitación literaria de una lengua retardada en su forma escrita, haciendo caso omiso, o poco menos, de la evolución que experimentó durante siglos de uso múltiple y pleno, fuera del área de origen. Mucho más constructiva sería la tendencia a la asimilación de las voces necesarias, cuyo uso es normal en la otra rama del mismo árbol lingüístico.
No intento argumentar en favor de un criterio artificiosamente unificador, que suprima las variantes locales, fonéticas u ortográficas. Aun en idioma tan resistente a las metamorfosis ambientales como el castellano, algunas diferencias modales existen. Como existen, si bien en escala mayor, tanto en el inglés como en el francés. Lo que no resulta admisible es que, cuando la diversidad de matices no impide que se entiendan entre sí los practicantes de cada uno, quede oscurecido el valor de una lengua, como vehículo de relación oral y escrita, entre un grupo tan importante de países como el formado por la comunidad idiomática galaico-lusitana.
ASPECTO SOCIAL Y ECONÓMICO
“Otro hecho importante -apunta Lowie-, es que los lenguajes no pueden jerarquizarse de acuerdo con ninguna escala”. Por eso también han de considerarse en el problema del gallego, sus aspectos político, social y económico. Entendemos que es en estos aspectos, donde debemos con preferencia encontrar la base para la defensa del idioma natal, contra todos los ataques que a su cultivo se dirijan, o los frenos que a su expansión se opongan.
Para convencerse de la fuerza que alcanza el razonamiento, sirviéndose de tales apoyos extra-literarios, basta con imaginar una situación extrema. Aquella a que, irreflexivamente, quisieran llegar algunos. La de que el gallego, en Galicia, dejara de ser una lengua viva. En tal supuesto, se hablaría castellano en Lugo con la misma exclusividad que en ... Cuenca. Los maestros procedentes de otras regiones, no tendrían dificultad alguna para entenderse con un niño nacido en Corme o en la sierra de Queixa.
Dentro de esta aparente felicidad, se engendraría el drama de que los gallegos, al atravesar la frontera del Miño, no pudieran entenderse fácilmente con sus hermanos de la otra orilla. Y que los emigrantes al Brasil, lo fueran como a un país de lengua extraña. Es evidente que tal situación representaría un empobrecimiento efectivo fundido en Europa, América, Africa y Asia. Un instrumento especialmente útil para los trabajadores, necesitados de buscar ocupación fuera del suelo nativo. Y en los países de afinidad lingüística, preferentemente.
Por tanto, la conservación y cultivo del idioma propio es un imperativo ligado a la economía y la vida de los habitantes de Galicia, tanto como a su cultura y su historia. Independientemente de su valor espiritual y de su primacía, dentro de la maravillosa eclosión de las lenguas neo-latinas, es la propia existencia de Galicia como pueblo, la que reclama una política inspirada en los principios aquí esbozados. No será necesario añadir que, un trato generoso hacia el gallego nunca implicaría mengua para la difusión del castellano. Este riesgo no podría producirse hoy. Por el contrario, se trata de incrementar la conviencia en provecho común.
ESPAÑA Y EL IDIOMA GALLEGO
Falta aún por cosiderar otro aspecto del problema. Aquel que se descubre al enfocarlo desde el ángulo estrictamente español. Es conveniente detenerse a meditar si este segundo punto de vista, aún dentro del más encendido nacionalismo, refuerza o contradice el primero.
El castellano se habla en veinte naciones del nuevo Continente. Pero la más extensa y poblada del área ibero-americana, habla protugués. Sólo el gallego puede utilizarse como vehículo para la relación con el Brasil, donde tal vez se acumula la mayor desponibilidad de recursos naturales del mundo, y tanto el nivel demográfico como el desarrollo económico, adquieran aceleradamente dimensiones espectaculares. Nadie pone hoy en duda que, algún día, seguramente no muy lejano, la hegemonía económica mundal habrá de ser ejercida, o cuando menos compartida, por aquel favorecido pedazo del mundo cuya conquista inició Pedro Alvarez Cabral.
Con sólo tener en cuenta esta innegable realidad -que se viene encima de nosotros con una fuerza imponente-, hay bastante para adoptar una posición operante en relación al tema. Galicia posee una de las cuatro grandes lenguas atlánticas, difundidas desde el Mediterráneo a Filipinas. Esta circunstancia pone en manos de España dos de los imperios lingüísticos occidentales. ¿Puede alguien, que se titule buen español, pretender que España renuncie a uno de ellos?
Ningún otro país goza de tan valiosa duplicidad, ni puede considerarse favorecido con privilegio equivalente. En la disponibilidad de la doble vía para la relación con la comunidad hispánica, reside la clave que puede tornar asequibles más eficientes y duraderas proyecciones. Desde las trasferencias de población, hasta la expansión económica y cultural en el continente colombino.
*Fragmento de Galicia como tarea, publicado polo Centro Galego de Bos Aires en 1959